¿Sabías que cada 26 de noviembre se conmemora el Milagro de La Reducción?

La fe es uno de los grandes motores que impulsa a las personas a visitar destinos cargados de energía, lugares que fueron escenario de acontecimientos que no pueden explicarse, solo sentirse. La Reducción, en la ciudad de Lules, es uno de ellos. Cada 26 de noviembre, este sitio especial conmemora la aparición milagrosa de la Virgen, un suceso que atrae a tucumanos y turistas movidos por la devoción y la curiosidad por su historia.

Todo se remonta a ese mismo día, pero en 1923, cuando el pueblo vivió un acontecimiento inexplicable. Mientras las familias se preparaban para recoger los frutos de la tierra, el cielo se oscureció repentinamente con nubes negras, y el estruendo de los truenos anunció una tormenta devastadora.

Don Felipe, el patrón del pueblo, pidió a todos que volvieran a sus casas, pero Luis, un joven nacido mudo, avisó con señas que continuaría trabajando un poco más. Preocupadas, las familias se refugiaron en sus hogares y comenzaron a rezar el Santo Rosario. Entonces, empezó a caer una lluvia de piedras tan grandes que amenazaba con destruir por completo las quintas.

Al pasar la tormenta, Luis logró comunicar, como pudo, que había presenciado algo extraordinario: durante el temporal, algo había descendido del cielo junto al algarrobo, y algo más había ascendido en ese mismo instante.

Guiado por el cura Miguel Rezer, de la parroquia San Isidro Labrador, el pueblo se dirigió al árbol y descubrió que la zona no había sufrido ningún daño. Con la ayuda de un cuchillo, Luis desenterró una pequeña imagen de María Inmaculada. La emoción fue inmediata: el pueblo inició una procesión entre lágrimas, convencido de que la Virgen había bajado del cielo para salvar las huertas de la destrucción.

Desde ese día, Don Felipe abrazó la fe de la Madre Virgen. En cuanto a Luis Delgado, el joven mudo que logró “hacer hablar” al pueblo sobre el milagro, falleció dos años después, en 1925, mientras se construía el Viejo Santuario para la Virgen Morenita del Valle.

Hoy, la pequeña imagen continúa siendo un símbolo de devoción y esperanza, y cada 8 de diciembre convoca a miles de peregrinos en su nuevo santuario, donde la tradición y la fe se unen en una celebración profundamente sentida.