Cuero y un legado que une generaciones: conocé el taller artesanal de Jesús Manuel Cancino
Cuero y un legado que une generaciones: conocé el taller artesanal de Jesús Manuel Cancino
El artesano de El Mollar te invita a conocer el taller donde conecta madera y cuero en muebles para toda la vida.
Las manos de Jesús Manuel Cancino, curtidas por años de dedicación, cuentan la historia de un oficio que viaja a través del tiempo. Heredó el amor por este arte de su padre hace más de 15 años, y ese legado se remonta a su abuelo y bisabuelo. Con su hijo ya son cinco generaciones de la familia Cancino las que se han dedicado a crear artesanías en madera y cuero, dos materias primas que se entrelazan de manera natural para dar vida a piezas únicas capaces de embellecer cualquier rincón del hogar.
“Tuve el placer de aprender todo lo que sé con mi padre, que se me fue hace un año y medio. Hoy continúo con su trabajo. Lo extraño cada día y me identifico con él a cada segundo. Tengo el orgullo de que mi hijo siga este oficio que venimos transmitiendo de generación en generación para que no se pierda”, cuenta Jesús, integrante de la Ruta del Artesano “Manos del Valle Calchaquí”, mientras teje con precisión el cuero que dará forma a una silla destinada a un nuevo hogar.
El proceso comienza mucho antes, cuando el cuero vacuno se deja reposar en agua para ablandarse. Luego pasa al estaqueador, donde se seca al sol durante algunos días hasta alcanzar la textura ideal. Una vez seco, se divide según sus partes más gruesas o finas, lo que permitirá obtener diferentes tipos de tejidos. Se vuelve a sumergir en agua, se escurre y, ya en condiciones, se inicia el corte: en la familia Cancino se hace en forma de espiral, redonda y completamente a pulso. Después, los tientos se estiran y se les quita el pelo a cuchillo. Solo entonces aparece la materia prima lista para transformarse en artesanía.
Jesús realiza todo tipo de muebles según los pedidos: sillas, mesas de luz, respaldos de sommier, pies de cama, parasoles. Todos nacen de la combinación del entramado de cuero y la madera de pino de la zona del valle. “Conozco el producto que hago, sé de su calidad y sé que el cliente se lleva un mueble fuerte, resistente, que le va a durar mínimo 20 años”, afirma con orgullo.
Antes de dedicarse a este oficio, Jesús trabajó en el campo y también fue remisero, pero siente que la artesanía fue lo que verdaderamente le cambió la vida. “Con esto pude criar a mis tres hijos, hacerlos estudiar y darme algún gusto en familia”, comparte. Hoy celebra que sus hijos trabajen junto a él, aprendiendo y acompañándolo. “Así puedo transmitirles este oficio y mostrarles que, trabajando, uno camina la vida tranquilo y gana la plata dignamente”, concluye.
